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¿Se reconfigura la geopolítica mundial, consecuencia del choque de civilizaciones?
Germán Antonio López Mendoza
manche_lm@hotmail.com
De acuerdo con el planteamiento de Samuel Huntington respecto a que el nuevo orden mundial se reconfigura conforme a la agrupación de civilizaciones identificadas sustancialmente por el ámbito cultural, más que por el interés económico, científico y técnico que distinguió al mundo bipolarizado en la época de la guerra fría. El propósito del presente trabajo, radica en demostrar si actualmente este fenómeno social y político, está sucediendo con los países musulmanes e islámicos del medio oriente, en virtud de que comparten lengua y hasta cierto punto religión, como símbolos de dicha identidad.
Para Huntington, el final de la guerra fría entre el mundo capitalista y socialista provocó cambios de identidad especialmente de tipo cultural, situación que permitió –según la tesis de este autor- el resurgimiento de las grandes civilizaciones en torno a su identidad cultural y como consecuencia a una nueva reconfiguración multipolirizada de la política mundial. En este nuevo escenario los símbolos de identidad cultural son los más importantes.
Las actitudes y sus comportamientos descubren identidades nuevas que no resultan serlo, así como también enarbolan banderas nuevas, pero que también son viejas, propiciándose así, guerras con enemigos nuevos, pero que en ocasiones anteriores ya lo fueron. En esta forma de mirar el mundo se fundamenta la tesis de que las guerras venideras no serán producto de las ideologías, sino del choque entre culturas diferentes, ya que, “por primera vez en la historia, la política global es a la vez multipolar y multicivilizacional; la modernización económica y social no está produciendo ni una civilización universal en sentido significativo”. Actualmente los sucesos históricos de la humanidad parecen contraponerse a estas afirmaciones, en virtud de que los agrupamientos de las más antiguas civilizaciones identificadas entre sí por dos principales rasgos: la religión y la lengua, no precisamente marchan hacia la unidad de su desarrollo, traducido en su producto interno bruto (PIB), para mejorar su esperanza de vida, superar sus niveles de pobreza y el desempleo o solidarizarse frente a los grandes problemas de escasez de alimentos y en la defensa de sus recursos naturales, muchas veces en poder de capitales extranjeros y casualmente occidentales.
Para el caso de los países del medio oriente, con religión y lengua casi compartida en algunos y para otros diferentes , la idea de reconfigurarse en una sola civilización resulta muy lejana, más bien el posicionamiento de la religión es motivo de confrontaciones bélicas entre naciones supuestamente con la misma identidad cultural, y la lengua que hablan en común no ha resultado motivo de unidad. Con el derrumbe del bloque socialista, lo que se observa es que occidente sin proponérselo –cuando menos declarativamente-, ha estado consolidando su poderío militar por encima de las civilizaciones principalmente asiáticas que en su intento por defender sus propios intereses, han iniciado una carrera armamentista sin que sintomáticamente sea en la perspectiva de reconfigurarse en un bloque multicivilizacional. Pero no es el caso para el medio oriente, donde occidente a través de su fuerza impone desde la política y la guerra, gobiernos con características democráticas que rompen con cultura y tradición para expandir economía y poder, como innegablemente se da en Irak e Irán y entre otros países de la región.
Desde la perspectiva religiosa los países del medio oriente se encuentran divididos entre el islam y el musulmán, aún cuando el primero ha trascendido propiamente las fronteras del medio oriente, no significa la supremacía sobre el segundo, ya que en esta región geopolítica prácticamente están en igual número de países que profesan tanto el Islam como el musulmán y con la diferencia que existe entre el número de personas que las practican. Por ejemplo, entre los países con mayor población, Marruecos, Egipto, Siria e Indonesia, predomina el Islam, en tanto que en los países con menor población se distinguen por practicar el musulmán, como sucede con Arabia Saudita, los Emiratos Árabes, Bosnia y Qatar. Luego, si bien es cierto que el islam ha avanzado significativamente porque es una práctica religiosa en expansión, -como lo afirma Huntington-, actualmente no se muestran los indicios suficientes para considerar la reconfiguración de los países Árabes en una civilización que tome en cuenta los patrones culturales del Islam.
Esta situación hace cada vez más vulnerables a los países de esta región del mundo y fortalece la idea de occidente por convertirse en una civilización universal, a través la provocación de conflictos permanentes con otras civilizaciones, y en forma especial con las del medio oriente, donde se aprovechan los conflictos interculturales, como las guerras de fractura entre islámicos y musulmanes con el propósito de hacerlos más distantes entre sí, y evitar la posibilidad de solidarizarse para la reconfiguración de un bloque multicivilizacional opuesto a occidente. Con esta interpretación situacional actual, desde el punto de vista religioso se rompe con la tesis de Huntington respecto a que los países con las mismas raíces culturales, tienden a solidarizarse para reconfigurarse multicivilizacionalmente.
Por otra parte, todo parece indicar que la sobrevivencia de occidente radica en que todas las naciones del mundo, acepten la forma política de gobernar, es decir, el sistema democrático liberal republicano, y en este sentido, en la región de medio oriente, esta influencia es inevitable, pues de 22 países con la posibilidad de conformarse en un bloque histórico diferente al de occidente, el 59% (13 países) de ellos, mantienen tipos de gobiernos republicanos, en tanto que 7 países se distinguen por ser monarquías, las cuales representan el 31%, y el resto, el 9% son una dictadura y una federación. En este aspecto tampoco podemos observar que la tesis de Huntington en la dirección de que la reconfiguración de las civilizaciones no occidentales, esté cobrando fuerza desde la perspectiva cultural o cuando menos por el tipo de lengua. En otros términos, si la reconfiguración multicivilizacional parte de una necesidad de identidad cultural más que de razones ideológicas, políticas y económicas, no es el caso de la región del medio oriente donde el 72 % de los países que la componen comparten la lengua árabe y sólo el 27% de países ubicados geográficamente en la misma región, se comunican a través de otras lenguas, entre las que destacan: el albanés, persa, indonesio, bosnio y georgiano, que no precisamente tienen sus raíces en el árabe. Distinción que inhibe de algún modo la conformación de los países islámicos y musulmanes en un bloque de unidad lingüística, que se perfilará en un corto plazo ha la preservación de la identidad cultural. Así, en el análisis situacional más reciente, encontramos que no hay indicios para que occidente tome medidas precautorias sobre el asunto, más bien lo que le preocupa y ocupa, es cómo implementar nuevas políticas que le posibiliten la penetración a estos países con sus inversiones y tratados de libre comercio, sin descuidar sus influencias en los distintos gobiernos para aperturar y diversificar las líneas comerciales y de inversión.
En esta nueva etapa de la historia, si bien es cierto que los conceptos y categorías que dieron lugar a las grandes revoluciones del siglo XX, para muchos intelectuales ya no tienen vigencia, igual para el tema que nos ocupa, varias afectaciones de tipo cultural que experimentan las más antiguas civilizaciones, parecen no provocar ninguna reacción opuesta a los procesos de transculturación que promueve occidente en su afán de convertirse en una civilización universal, es decir, está sucediendo exactamente todo lo contrario de lo predicho por Huntington, cuando prevé que la mayoría de los conflictos locales e internacionales que tienen mayor perspectiva de convertirse en guerras, son aquellos que se generan entre civilizaciones diferentes. (Huntington, Samuel P. 2006. p 25). En este caso, son de mayor interés las palabras de Fukuyama, cuando afirma que el final de la historia ha llegado, con la aceptación “universal” de la democracia liberal impuesta por occidente, si no como un forma de gobierno definitivo, si como la forma de gobernar convencionalmente para las distintas elites de poder económico y político de occidente, pues de esta tentación no pueden estar exentos los países árabes del medio oriente, como queda demostrado líneas arriba y al momento de tipificar los sistemas de gobierno prácticamente la mayoría republicanos, quedando en evidencia que cualquier otra forma ideológica de gobernar será desplazada y combatida con acciones bélicas impulsadas desde occidente. Esto desde luego no será precisamente un choque entre civilizaciones, sino una acción de control para la imposición de nuevas formas a modo para la comercialización y la inversión, si no es esto la proyección de una civilización universal.
La historia demuestra que el 99% de los países árabes recientemente obtuvieron su independencia en el siglo XX, prácticamente vienen saliendo un proceso de colonización y sometimiento cultural, ajeno a sus orígenes civilizacionales donde lengua y religión han sido afectadas de forma significativa, de ahí que en cada país se comparta la lengua original con aquella que fue impuesta por el país colonizador, de igual forma sucede con la religión, de tal suerte que existe una lengua y religión mayoritariamente practicada, pero no se puede negar que es en todo caso proporcional, situación aún más delicada para poder pensar en la unidad cultural que justifique la reconfiguración de una u otra civilización en condiciones de que a corto plazo genere un choque entre civilizaciones.
Huntington sostiene que los conflictos entre naciones por diferencia de riqueza en la actualidad están descartados, y sólo pueden suceder cuando los países ricos y más poderosos, económica y militarmente, intentan imponer sus intereses por la fuerza sobre las más pobres. Realmente y en virtud de que la reconfiguración de bloques civilizacionales no se ha dado, a pesar de qué la Unión Europea se le puedan atribuir estas características, lo cierto es que existen rasgos muy particulares en los diferentes ámbitos del desarrollo de cada nación que imposibilitan el accionar en bloque, salvo cuando supuestamente se atenta contra sus intereses comunes y/o cuando se trata de controlar la riqueza de cualquier país pobre. Como es el caso precisamente de Irak donde se ha instrumentado una guerra de demostración de fuerza de los países de occidente, sobre un país pobre del medio oriente y, donde no se ha observado la solidaridad de los demás países del área en la intención de la reconfiguración civilizacional árabe. Más bien lo que sucede es precisamente que los conflictos bélicos por diferencia de riqueza se siguen manifestando, con un rasgo muy especial que es la falta de unidad de los países culturalmente idénticos para enfrentarse a occidente o a cualquier otro bloque civilizacional. En esta dirección, resulta insostenible aseverar que la mayor amenaza para el mundo liberal la constituyen las sociedades culturalmente diferentes. (Huntington, Samuel P. 2006. p 39).
Retomando a Huntington, ninguna nación con raíces culturales semejantes a otra, podrá prescindir de su pertenencia referencial a la civilización que la comprende, sin embargo este fenómeno social no sucede en el bloque civilizacional de medio oriente, es decir, donde las raíces culturales comunes estén realmente propiciando la conformación civilizacional en torno a la lengua o la religión.
Se puede estimar que la población es muy densa en proporción al área territorial de cada país a acepción de Arabia Saudita, Irán e Irak, donde a pesar de ser demasiado extensos territorialmente, no son precisamente los países con mayor población en la región, a diferencia de Marruecos, Yemen o Siria que destacan por ser los países mayoritariamente poblados con áreas territoriales reducidas. Por otra parte existe una tendencia generalizada respecto a la población por sexo, pues en la mayoría de los países del medio oriente, nacen más hombres que mujeres, permanecen así entre la niñez y la juventud, para posteriormente emparejarse la población de hombres y mujeres entre los 40 y 60 años, mientras que de los 65 en adelante disminuye la población de hombres en relación con las mujeres , sin que esto cambie la tendencia general donde se impone de forma mayoritaria la población de hombres. En este caso 19 países se distinguen por mantener una proporción relativamente mayor de mujeres en edad de los 65 años en adelante y, solamente 3 de ellos: Arabia Saudita, Qatar y Omán mantienen la tendencia de ser más hombres que mujeres indicándonos las gravedad de las condiciones de vida por las que atraviesan las mujeres, relacionadas con la falta de servicios de salud que causa mayores índices de mortalidad en este tipo de población, situación por la que se hacen acreedores a la más baja calificación en la clasificación de la población por sexo.
El 50% de los países del bloque árabe, tiene una esperanza de vida que oscila entre los 75 y 79 años de edad, obviamente que esta caracterización corresponde a aquellos que tienen mayor población y entre los que destacan: Marruecos, Yemen, Egipto, Siria, Albania e Indonesia. No es este el caso de los que se ubican en un promedio de edad medio bajo, que va de los 70 a los 74 años y que en términos de porcentaje representan sólo 36%, en tanto que la situación más preocupante respecto a la esperanza de vida menor a los 69 años, la encontramos en los países también con poca población, siendo en este caso: Bosnia, Omán y Georgia que representan el 13.6% del total de las naciones de la región.
En el contexto del desarrollo humano y de un mundo polarizado entre países ricos y pobres, no se puede dejar de observar un panorama de desigualdad económica que implique determinar el nivel de desarrollo de las naciones en el mundo. Más bien desde mi punto de vista, esta sería una premisa que pudiera seguir dando sustento, no al choque de civilizaciones, sino a esa diferencia que polariza al mundo contemporáneo entre pobres y ricos, mejor conocida como la pobreza, que no es más que la carencia de recursos para la satisfacción de las necesidades básicas de la población. Para el caso de la región del medio oriente los más altos índices de pobreza se encuentra entre los países de menor población y con menos esperanza de vida, tal es la situación en Argelia, Irak y Qatar, Arabia Saudita, Bosnia, Omán y Georgia que juntos representan el 36% de los países del medio oriente con los más altos índices de pobreza. Mientras que por otra parte, encontramos niveles de pobreza intermedios como sucede con Túnez, Servia, Líbano, Jordania, Libia y Baharain. No es la misma situación con Marruecos, Yemen, Egipto, Siria, Albania, Indonesia, Kuwait e Irán, que representan el 36% de los países más desarrollados en la región con mejores condiciones de vida e índices bajos de pobreza. Obviamente esta condición los posiciona como los más ricos de la región.
En cuanto a los niveles de desempleo, éstos no varían mucho en relación con los estándares de vida y con los niveles de pobreza, puesto que los países ricos, intermedios y pobres, de forma proporcional mantienen estos atributos que los clasifican de manera natural, Así tenemos que, existen bajos niveles de desempleo en Marruecos, Yemen, Egipto, Siria Albania, Indonesia, Kuwait, Irán, Túnez y Servia, mismos que representan el 45% de los países de la región con bajos niveles de desempleo. Ya con una tasa de desempleo intermedia encontramos al otro 45% de ellos y que en este caso son: Líbano, Jordania, Libia, Baharain, Argelia, Irak, Qatar, Arabia Saudita, Emiratos Árabes y Bosnia. De este bloque de países mayoritariamente árabes por su lengua, solamente dos de ellos reflejan altos índices de desempleo, en este caso son Omán y Georgia, es decir, tan solo el 9% de los países que a juicio de Huntington tienen posibilidades de reconfigurar una civilización presentan los mayores índices de desempleo en el área.
Sin embargo, lo anteriormente expuesto, en cierta forma es contradictorio con el reflejo del Producto Interno Bruto (PIB), en un nivel 3 cercano al de los países de occidente, por la sencilla razón de que su sector terciario, es decir, en el de servicios es mucho más elevado que el sector industrial y agrícola, encontramos en esta tendencia a 12 países: Marruecos, Egipto, Siria, Indonesia, Túnez, Servia, Líbano, Jordania, Baharain, Bosnia, Omán y Georgia. En cuanto al nivel 2 del PIB que corresponde al más alto desarrollo del sector industrial se ubica en estas condiciones únicamente Albania. Y el nivel 1 más bajo del PIB corresponde en la región a los siguientes países; Yemen, Kuwait, Irán, Libia, Argelia, Irak, Qatar, Arabia Saudita y los Emiratos Árabes.
Parece que en bloque de los países árabes se observa una crisis generalizada en las condiciones de su desarrollo, a partir del análisis poblacional de esperanza de vida, de sus niveles de pobreza, desempleo y del PIB, pero en realidad sus patrones de desarrollo no son tan bajos como a la distancia se pueden apreciar, por ejemplo, de acuerdo con la base de datos de la CIA, de los 22 países observados 12 de ellos que representan el 54% mantienen una constante de 3 puntos por encima de tan sólo un país que se ubica en el nivel 2 y que representa el 4% del total de ellos, en tanto que los 9 países que representan el 45% faltante se encuentran en el nivel más bajo con tan sólo 1 punto. En estas circunstancias prácticamente se puede estimar que por las diferencias de su desarrollo, la región de los países árabes se encuentra dividida entre pobres y ricos, no lejos de una realidad mundial que refleja la dicotomía norte sur. Pero lo más preocupante de este panorama es que de facto, no se presentan condiciones de desarrollo a corto plazo para la reconfiguración civilizacional en la región y, mucho menos a partir de la solidaridad cultural, luego el choque de civilizaciones parece opacarse por la influencia de occidente en todos los ámbitos del desarrollo ya que de paso trastoca la política y la cultura en los país no occidentales, sin obviar el avance técnico y científico que parece encaminarse a la implantación de una civilización universal, que desde luego, no podrá ser reconocida como la única porque implicaría la aceptación de valores, creencias, prácticas e instituciones por todas las naciones y las personas en particular.
Profesor de ciencia política en la Universidad de Harvard. Analista de la relación entre los poderes civil y militar en los EEUU.
Huntington, Samuel P. El choque de las civilizaciones: y la configuración mundial. . Ed. Paidós, España. 2006. p 19.
Existen en la actualidad once países donde predomina la religión islámica, en tanto que la lengua árabe está posicionada en 16, sin que necesariamente sean las únicas. Y como se puede observar en el mapa, tampoco todos los países de este grupo, geopolíticamente pueden reconfigurarse con facilidad en una civilización culturalmente sui géneris.
Se puede considerar entonces el nivel más alto de población de las mujeres respecto a los hombres, indicando que alcanzan mejores condiciones de vida por eso se les otorga una calificación mayor.
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