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Comunidad, agricultura y medio ambiente Catedrática e investigadora UAG La India es un país que ha tomado el enfoque comunitario como la columna vertebral de sus políticas ambientales, haciendo eco a uno de los consensos mundiales entre los y las especialistas, referente a que la comunidad es el nivel idóneo para fomentar el cuidado, la protección y el uso sustentable de los recursos naturales, como el agua, el suelo y el bosque ¿A qué nos referimos cuando hablamos de comunidad? Existen comunidades de lugar y comunidades de interés. Las comunidades de lugar se engarzan a un espacio geográfico, y las comunidades de interés se establecen sin tener la condicionante de estar asentadas en un lugar determinado. Aquí de lo que estamos hablando es de la comunidad de lugar. La comunidad puede ser un espacio con el cual la gente urbana se identifica, como un vecindario, o una colonia; la comunidad puede ser también un pueblo rural formalmente delimitado con menos de 2 mil 500 habitantes, y el cual generalmente se caracteriza por llevar a cabo actividades económicas referentes al sector primario, como la pesca, la recolección, la agricultura, la minería, entre otros. Para nuestros propósitos, me voy a referir con el término comunidad a este tipo de pueblos rurales, aunque si bien, las características de ruralidad pueden estar presentes fuertemente en comunidades con una población mayor a los 2 mil 500 habitantes ya mencionados ¿Por qué la comunidad se constituye en el nivel de estudio e intervención ideal para promover prácticas sustentables? Algunos especialistas mencionan que se debe al hecho de que es en este ámbito local donde los efectos positivos o negativos del ambiente se perciben de manera cotidiana e inmediata, y además a este nivel los progresos hechos en relación al ambiente son rápidamente visibles. Si bien la literatura a nivel mundial, que justifica la vinculación entre la comunidad y el ambiente es numerosa; también existe otra tanta literatura que le apuesta a las estrategias organizativas comunitarias para fomentar la agricultura sustentable. En relación a este caso, se tienen Los Comités de Investigación Agrícola Local (CIALs), desarrollados por el Centro Internacional de Agricultura Tropical (CIAT), establecido en Colombia, y cuya principal impulsora es la doctora Jacqueline Ashby. Este modelo ha sido retomado en México por el Centro Nacional de Investigación para la Producción Sostenible (CENAPROS), perteneciente al INIFAP, y ubicado en Morelia, Michoacán. Aquí el punto central que me parece esencial recalcar es que hablar de un uso sustentable de los recursos naturales pasa necesariamente por hablar de una agricultura sustentable, lo que es muy significativo para un estado como Guerrero, cuya población rural sigue siendo muy importante, pero sobre todo por el impulso que debería tener nuestra agricultura para recuperar la soberanía alimentaria, en buena parte perdida. En las políticas agrícolas estatales, tradicionalmente lo que más ha sobresalido es el programa de abono; abono que contiene ingredientes químicos que dañan el suelo, y que se ha seguido sosteniendo al unísono, de manera paradójica, con un discurso oficial y formal de fomento al uso sustentable de los recursos naturales. Es de sobra conocido como los abonos químicos han tenido un impacto negativo, tanto en los suelos agrícolas, como en los ríos. Un ejemplo representativo de este modelo es la agricultura altamente tecnificada, como la industria de las meloneras transnacionales. Aunque si bien esta fuente de contaminación de los ríos en una, entre otras, sin embargo, la contaminación es tal que nos sería difícil encontrar un solo río limpio, así fuera en la Sierra, donde está el nacimiento de éstos.
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