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14avo ANIVERSARIO LUCTUOSO
Luis Donaldo

        Fermín Gerardo Alvarado Arroyo

Diputado local priista

Con respeto y admiración invocamos hoy la memoria, los hechos y los ideales de un joven mártir que quería un cambio para México y cuya presencia era una opción superior para el destino inmediato de la patria: LUÍS DONALDO COLOSIO.
Nacido en tierra de contrastes y misioneros, en Magdalena de Quino, al norte de Sonora, la existencia de Luís Donaldo fue la de un niño y la de un joven, que maduró prematuramente. Hombre de principios, sensibilidad y nobleza, estudió, jugó y soñó al calor de mejores valores de la familia mexicana.
Inició su preparación en las escuelas públicas y terminó la Licenciatura en Economía en el Instituto Tecnológico de Monterrey y la Maestría en Desarrollo Regional Y economía Urbana, en Pennsylvania, becado por el  gobierno mexicano.
Formó parte de esa generación de políticos mexicanos que, acorde a las exigencias actuales, se prepararon y aún continúan haciéndolo, para afrontar los retos y los desafíos de hoy y del mañana, uniendo de manera indisoluble a la formación académica, la  experiencia política.
Hombre leal a sus convicciones, buen hijo, buen esposo, buen padre, sembró la mejor semilla: la de un Servidor Público honesto y eficiente y la de un político capaz, honrado, con imaginación y comprometido con el destino de su patria.
Sonorense esforzado, de vocación humanista, riguroso y exigente con él y con los suyos, alcanzó todos los cargos que un político puede aspirar: Diputado, Senador, Coordinador de una campaña Presidencial, dirigente nacional del PRI, Secretario de Estado y Candidato a la Presidencia  de la República.
Fueron muchos los factores que motivaron su inclinación por el servicio público: la escuela, las amistades, la familia por supuesto, pero sobre todo, las diferencias sociales dentro de la región, así como la incidencia de las posibles soluciones en el bienestar familiar y comunitario.
Pensaba Luís Donaldo, que quienes participaban en la política, deben reconocer, por un lado, lo que está en el sentir de las mayorías, y, por el otro, asumir responsabilidades de conducción y decisión. La solución de los problemas que vivimos –sostenía- tiene que hacerse tomando en cuenta la perspectiva de la propia comunidad que los afronta.
Luís Donaldo tuvo el merito y la sensibilidad de saber reconocer los cambios que la sociedad mexicana requería y reclamaba.
Compartía la preocupación por la desigualdad, por la democracia y la justicia. Sus propuestas implicaban una transformación de fondo en el poder, en el partido mayoritario, en las estrategias para el combate a la pobreza, en el campo, en la educación y en la justicia.
Luís Donaldo se pronunció por una economía fuerte y sana, que simultáneamente hiciera justicia social, en otras palabras, se proponía atacar los graves problemas de pobreza y desigualdad que aquejan al pueblo de México. Quería prosperidad con justicia social.
El desarrollo social requería de una acción deliberada de justicia social. No verlo así, sostenía, es abandonarnos a una visión de mercado que históricamente ha demostrado su insuficiencia y su limitación para responder a las grandes aspiraciones de bienestar y mayor calidad de vida de todos los mexicanos.
No podemos aspirar, advertía, a la total y cabal modernización de México, si no enfrentarnos con firmeza a la desigualdad, la pobreza y la marginación.
Luís Donaldo Colosio, no únicamente fue un gobernante excepcional y un candidato fuerte, sino también un dirigente ejemplar del partido. Con él, el partido adquirió una nueva fisonomía al replantearse su estructura interna, así como la manera en que las decisiones eran tomadas a su interior.
La suya fue una época de grandes retos. El PRI, decía, necesitaba de una mística partidista, nuevos métodos de trabajo, mejores métodos de selección de candidatos y de dirigentes. El PRI, afirmaba emocionado, necesitaba ser menos burocrático y orientar sus acciones más cerca de la gente y no desde el centro o detrás de un escritorio.
Colosio, planteó, también, la necesidad de la reorganización territorial del PRI, para adecuarla a las demandas actuales de los mexicanos, y seguir ganando el voto de los mismos y creó mecanismos para incorporar de manera real, a las mujeres y a los jóvenes, en la toma de decisiones partidistas de relevancia.
Fue impulsor de la histórica décima cuarta Asamblea Nacional, pues, el  partido –señaló- estaba presto para el cambio, que no sería un cambio, para el sexenio. Este proceso de reforma miraba al futuro y su objetivo era la construcción de un partido nuevo que respondiera a las exigencias de esa etapa inédita de la historia, asumiendo tres retos:
1°.  Recuperar su posición política como fuerza mayoritaria.
2°.  Dar cabida a los cada vez más diversos y legítimos intereses de  
       la sociedad; y
3°.  Fortalecer su organización y su estructura.
El Colosio que llegó a la candidatura de PRI a fines de 1993, era un Colosio maduro política  e intelectualmente. Ideológicamente había llegado, también, a una etapa donde sus convicciones eran expresadas con firmeza en cualquier lugar en que debía hablar. Basta recordar aquél discurso pronunciado el 4 de marzo de 1994, para entender su plenitud ideológica e intelectual. Obviamente su pensamiento quedó impregnado en la ideología de los priistas de ese tiempo.
El Colosio que habló hace ya catorce años ante una multitud de Priístas en el monumento a la Revolución, resaltó y ratificó la importancia de los principios revolucionarios, para la ideología del partido. Sin embargo, unos principios esbozados de manera dinámica.
Creía firmemente en la capacidad de las personas y en su voluntad, para que de manera unida con sus gobernantes, pudieran alcanzar mejores niveles de vida, bienestar y de oportunidades de participación  para todos los mexicanos.
Un México con mayores oportunidades para los jóvenes, mujeres, los ancianos y todos en general podrían ser vislumbrado y logrado, a partir del  trabajo organizado y convencido de todos los mexicanos.
La de Colosio era una  propuesta de reforma histórica, asumir a plenitud la necesidad de establecer una nueva relación entre el ciudadano y el Estado y por extensión, en la estructura del sistema democrático nacional.  La propuesta colosista, vista a fondo, no buscaba inventar de nuevo al Estado Mexicano, era en cambio, un compromiso para que el Estado Mexicano dejara de ser un sistema político de poder y fuera esencialmente Estado: la tan  buscada República representativa, democrática y federal.
Luis Donaldo, representaba, así la posibilidad de consumar la reforma del poder, la reforma social, la reforma del campo y la reforma de la justicia que exigía y espera el pueblo mexicano.
Su paso por el ejercicio partidista y parlamentario y sus labores en el ámbito del bienestar popular, así como su modesto origen de clase madia rural (hijo de la cultura del esfuerzo, se decía), lo equiparon con los dones sin los cuales no se podría y no se podrá gobernar más al México de estos días: paciencia, tolerancia, generosidad, equilibrio y sencillez.

Estaba equipado para una presidencia bien alzada en liderazgo moral que reclaman los pueblos y para asumir abiertamente la responsabilidad de profundizar la transformación democrática de México.
Un propósito incluyente animaba su aspiración presidencial: quería adelantar un sistema en el que todos tuvieran un sitio, en el que nadie quedara fuera, incluidos los antagonistas externos y competidores internos; todos los grupos sociales y todas las regiones, convicción ésta genuinamente humanista.
Víctima absurda de la irracionalidad, con Luis Donaldo, se quiso asesinar, no solo al hombre bueno y al candidato presidencial del partido histórico; se buscó liquidar, fundamentalmente un ideal: el de profundizar la reforma política que viniera a consolidar el régimen democrático, diera más contenido social a sus programas económicos y alentara y garantizara un mayor bienestar para la familia mexicana.
La muerte injusta de Luís Donaldo Colosio, nos deja a todos una lección: si la razón debe supeditarse a las armas, entonces, sale sobrando la política.

Compañeras y compañeros:

En esta hora y en este tiempo, el mejor reconocimiento que podemos hacerle a Luís Donaldo Colosio, es honrar con los hechos y con nuestra conducta su legado.
Los guerrerenses quieren ver al PRI del lado de la gente; defendiendo sus luchas, enarbolando sus demandas, buscando soluciones a sus problemas, y postulando como candidatos a las mujeres y hombres que pida la sociedad.
La unidad nos da fortaleza. Hay que reconstruir nuestras alianzas internas y renovar la gran alianza del PRI con las causas de la sociedad.
Es hora de trabajar en serio, por la reconstrucción del PRI en Guerrero. Tenemos que convencer  en los hechos, que el nuevo PRI es la única opción seria y viable para un mejor destino de nuestro pueblo.
Hoy, a catorce años de la lamentable ausencia de Luís Donaldo Colosio, creemos que aún podemos seguir aprendiendo de su legado y pensamiento, para reconstruir al partido, y recuperar la confianza y la voluntad de todos.
Ofendidos y agraviados aún los priístas de Guerrero, a rendir hoy este respetuoso homenaje, renovamos, nuestro clamor y nuestra exigencia de justicia, convencidos como estamos, que el mejor homenaje a su memoria, será el de encontrar nuevas razones para fundamentar nuestra esperanza  y llevar más adelante la promesa de ese porvenir de bienestar, equidad y justicia por el que, Luis Donaldo Colosio, ofrendara su vida.